La construcción de la memoria del paisaje. Paisajes construidos, paisajes con memoria
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2015Subject/s
Unesco Subject/s
Abstract
1 Introducción El interés suscitado por la arquitectura popular española ha sido verdaderamente tardío. Comenzó con los viajeros del siglo XIX, aunque serían los hombres de la Institución Libre de Enseñanza y la Generación del 98 los que elevarían su consideración al rango de categoría estética. Ya que en su búsqueda de lo esencial y permanente de la cultura española descubrieron en la diversidad de su arquitectura y en la afirmación de sus distintas identidades regionales, características propias de “lo español”. En el siglo XX, la arquitectura popular ha sido objeto de estudio con carácter general, fundamentalmente por parte de los arquitectos , que encontraron en ella algunos de los ideales del Movimiento Moderno como la sencillez o la estandarización. En esta tarea jugarán un papel esencial los grupos de la vanguardia arquitectónica española como el GATEPAC, encabezados por García Mercadal. Momento a partir del cual empezará a configurarse una amplia historiografía gracias a los artículos que se publican en revistas especializadas, entre las que se destaca “Arquitectura” que edita el Colegio Oficial Central de Arquitectos, en Madrid. La arquitectura popular ha comenzado a estudiarse sistemáticamente en las últimas décadas por multitud de disciplinas. Desde la historia a la etnología, pasando por la antropología, el urbanismo y la sociología. Con todo, este patrimonio se encuentra seriamente amenazado por la importación monótona y generalizada de modelos arquitectónicos actuales, tan hostiles al medio, que los convierten en el elemento desintegrador de las morfologías, que hasta el momento, son fruto de una manera de situarse y relacionarse con el territorio a través de materiales y tipologías arquitectónicas que caracterizan el paisaje urbano de nuestros pueblos. También la legislación la ha incluido entre sus objetivos gracias a su consideración como bien protegible, ya sea como Conjunto Histórico o entre el Patrimonio Etnográfico, con el que han pretendido dar un paso adelante en su protección las leyes de Patrimonio Histórico Español y Andaluz . El corpus bibliográfico es abundante, sobre todo en lo que se refiere a su historia, geografía física y humana, sin que falten estudios económicos y etnográficos de calidad . Resulta urgente realizar una adecuada puesta en valor del patrimonio olvidado, en un intento de desentrañar las cualidades que hacen de este el mejor ejemplo de ecosuficiencia. Lugar, historia, sociedad, materialidad, tecnología, espacio, luz, color, textura, forma, simbología, espiritualidad…, son parámetros de estudio a partir de los cuales establecer paralelismos entre la arquitectura vernácula y la contemporaneidad, como fuente inagotable de experiencias . 2 El territorio. Se trata de dos depresiones rodeadas de montañas que en el Mioceno superior conformaron una cuenca de orientación NE-SO, inundada por el mar, donde se acumularon sedimentos marinos hace aproximadamente 8 Ma. Posteriormente la cuenca quedó aislada del mar y hace 7 Ma se rellenó con una sucesión continental de 500 m. de espesor que continúa hasta hace 100.000 años. La falla del Negratín hizo que se separaran en dos subcuencas la de Guadix al SO y la de Baza al NE, diferenciándose los sedimentos que se acumulan en cada una de ellas. En la de Guadix preferentemente sedimentos detríticos, conglomerados y arenas, mientras que en la de Baza predominan los sedimentos finos, arcillas, calizas y yesos (de precipitación química) formados en medios lacustres, que aportan coloraciones diferentes, rojizos en la depresión de Guadix y blanquecinos en la de Baza. Cabe destacar las formaciones lacustres (margas, calizas y evaporitas) acumuladas durante el Pleistoceno (2.000.000 y 100.000 años), que albergan yacimientos de interés paleontológico y arqueológico. El espectacular modelado de ambas cuencas se debe en un primer término al carácter endorréico de la misma, que hizo que los depósitos se realizasen en niveles horizontales, hasta que en el Pleistoceno superior, la depresión fue capturada por la red de drenaje del Guadalquivir, iniciándose la salida de sus aguas hacia el Atlántico, que unido a las características litológicas y a las condiciones climáticas reinantes en el lugar, favoreció el desarrollo de este especial sistema morfológico de extensas llanuras (glacis) que constituyen los altos topográficos y relieves de fuerte pendiente muy erosionados, formando los badlands (Negratín, Gorafe y Guadiana Menor) . El paisaje resultante es de una extraordinaria belleza, sometido a unas condiciones climáticas rigurosas, ofrece las condiciones topográficas y materiales para el desarrollo de la arquitectura excavada en la zona de badlands, junto a una arquitectura popular fruto de la herencia cultural griega, íbera, romana y sobre todo la musulmana. A ello ha de sumarse el modelado del paisaje como resultado de la labor antrópica de los usos de la tierra, que se manifiesta en el control de la masa vegetal de la cara norte de Sierra Nevada, las terrazas formadas por bancales y paratas, o el damero que dibujan las divisiones de las tierras de carácter minifundista. Los pueblos en la meseta del Marquesado del Zenete, contemplan el paisaje desde los cerros que se levantan frente a la sierra o desde el punto de contacto del llano con la ladera, mientras que en la zona de badlands buscan el abrigo de estos. 3 Formas de habitar, el norte de la provincia de Granada 3.1 Arquitectura excavada, las cuevas en la historia En el proceso selectivo de adaptación del ser humano al medio natural a lo largo de la historia, el hábitat troglodita representa el mayor ejemplo de armonía y sostenibilidad. La protección de las inclemencias del tiempo o la defensa, condujeron al hombre primitivo a apropiarse de las entrañas de la tierra y hacer de esta su morada. Vivir la experiencia del espacio excavado o la construcción del vacío, como primera expresión arquitectónica, para sentir el misterio de la profundidad, que tiene la luz como riqueza, tamaño, olor, luz, texturas..., que nos devuelven a la madre tierra. Construir es un acto humano, excavar es un acto animal. Razón por la cual, el término troglodita ha tenido tradicionalmente una acepción peyorativa, asociado a segmentos marginales de la sociedad. Sin embargo, en la actualidad, el desequilibrio que el uso abusivo de recursos provoca en la Tierra, devuelve a este espacio esencial la excelencia cualitativa que, en la construcción del vacío, se manifiesta como una nueva forma de pensar la arquitectura. El hábitat troglodita, por su especificidad, presenta dificultades para ser estudiado y comprendido desde los parámetros urbanísticos y la gestión política convencional. Los espacios de transición entre lo individual y lo colectivo, el interior y el exterior, la placeta, la solana o los engalabernos, son lugares que trascienden de las categorías urbanísticas tradicionales (casa-calle-plaza), para dibujar un espacio continuo donde arquitectura y paisaje se integran en un concepto unitario, que garantiza la sostenibilidad del sistema. Las cuevas, forman parte del paisaje natural y los cambios obligan, muchas veces, a protegerlas para evitar que acaben como ojos ciegos de espacios vacíos abiertos a la nada. “Arquitectura de la pobreza que en modo alguno puede justificar la pobreza de la arquitectura” . Las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar, en la provincia de Granada, cuentan con la nómina más alta de arquitectura excavada de la península ibérica. Las condiciones geomorfológicas y climáticas necesarias, se alían en este territorio en el que la arquitectura excavada forma parte esencial del paisaje. Paisajes antropizados desde tiempo inmemorial, que tienen en la Edad Media, bajo la dominación musulmana (entre los siglos X-XV), interesantísimos ejemplos de cuevas-refugio, graneros acantilados y atalayas que solo cuentan con una entrada de difícil acceso y son netamente defensivas. Su valor patrimonial como contenedores de memoria, empieza a reconocerse a partir de los estudios de Maryelle Bertrand, destacando los Covarrones, los Algarbes-Cávila y los Lares en Beas de Guadix. Los Covarrones y la Cueva de la Tía Micaela en Cortes y Graena, el cementerio troglodita de Belerda, o el barrio de Carabanchel en Marchal. El cementerio y la capilla mortuoria en Benamaurel, las Hafas también en Benamaurel… entre otros. Tras la conquista cristiana y sobre todo tras la deportación de los moriscos a tierras de Castilla, muchas de estas cuevas quedaron abandonadas y fueron ocupadas por cristianos viejos que las adaptaron a sus necesidades. En el siglo XIX y principios del siglo XX la arquitectura excavada se ofrece como una forma barata de dar respuesta a las necesidades de vivienda, razón por la cual el trogloditismo sufre un importante auge en la provincia de Granada, con una nómina de más de 14.000 viviendas catalogadas solo en las comarcas de Guadix-Baza-Huescar, pero inevitablemente asociado al concepto de infravivienda. Tras la guerra civil y sobre todo con la emigración del campo a la ciudad, una parte importante de estas quedó abandonada a su suerte, aumentando la situación de marginalidad en barrios enteros. Por fortuna, a finales del siglo XX se reinstalan en algunas de estas cuevas, familias venidas de fuera que encuentran en las entrañas de la tierra olor, intimidad, protección, experimentando la emoción de vivir soterrado en una especie de viaje involutivo, de camino de regreso a la madre tierra. Es el punto de inflexión a partir del cual el hábitat troglodita experimenta una importante valoración, convirtiéndose en un excelente recurso como alojamiento turístico y por tanto como motor de desarrollo local. 3.2 Arquitectura popular. La amplitud del vocabulario con que se expresa la arquitectura popular y la inexistencia de una sintaxis gramatical generalizable al extenso ámbito en que se desarrolla (no solo en el medio rural), propicia denominaciones que hacen referencia a lo vernáculo, rural, folclórico, típico, regionalista, preindustrial, costumbrista, tradicional... Estos calificativos, si bien contribuyen a aquilatar la definición del término, también imposibilitan su valoración cualitativa, relegándola a un segundo plano, respecto al resto de la edilicia considerada culta, por utilizar como lenguaje el vocabulario clásico o expresarse conforme a los modelos de vanguardia. El debate que sobre este tema se ha suscitado, se viene centrando en la distinción entre la señalada como “verdadera arquitectura”, la que se exterioriza conforme a un código estilístico y cuya solidez y solvencia constructiva la hacen perdurar y “el resto de construcciones”. Estas otras, mucho más frágiles y pobres, cuya desnudez decorativa, autenticidad y capacidad de regeneración, sin embargo ayudaron a convertirla en uno de los paradigmas del Movimiento Moderno. García Mercadal en su intento de elevar su consideración estética ha creído reconocer en la arquitectura popular los cinco términos que los griegos (...)
1 Introducción El interés suscitado por la arquitectura popular española ha sido verdaderamente tardío. Comenzó con los viajeros del siglo XIX, aunque serían los hombres de la Institución Libre de Enseñanza y la Generación del 98 los que elevarían su consideración al rango de categoría estética. Ya que en su búsqueda de lo esencial y permanente de la cultura española descubrieron en la diversidad de su arquitectura y en la afirmación de sus distintas identidades regionales, características propias de “lo español”. En el siglo XX, la arquitectura popular ha sido objeto de estudio con carácter general, fundamentalmente por parte de los arquitectos , que encontraron en ella algunos de los ideales del Movimiento Moderno como la sencillez o la estandarización. En esta tarea jugarán un papel esencial los grupos de la vanguardia arquitectónica española como el GATEPAC, encabezados por García Mercadal. Momento a partir del cual empezará a configurarse una amplia historiografía gracias a los artículos que se publican en revistas especializadas, entre las que se destaca “Arquitectura” que edita el Colegio Oficial Central de Arquitectos, en Madrid. La arquitectura popular ha comenzado a estudiarse sistemáticamente en las últimas décadas por multitud de disciplinas. Desde la historia a la etnología, pasando por la antropología, el urbanismo y la sociología. Con todo, este patrimonio se encuentra seriamente amenazado por la importación monótona y generalizada de modelos arquitectónicos actuales, tan hostiles al medio, que los convierten en el elemento desintegrador de las morfologías, que hasta el momento, son fruto de una manera de situarse y relacionarse con el territorio a través de materiales y tipologías arquitectónicas que caracterizan el paisaje urbano de nuestros pueblos. También la legislación la ha incluido entre sus objetivos gracias a su consideración como bien protegible, ya sea como Conjunto Histórico o entre el Patrimonio Etnográfico, con el que han pretendido dar un paso adelante en su protección las leyes de Patrimonio Histórico Español y Andaluz . El corpus bibliográfico es abundante, sobre todo en lo que se refiere a su historia, geografía física y humana, sin que falten estudios económicos y etnográficos de calidad . Resulta urgente realizar una adecuada puesta en valor del patrimonio olvidado, en un intento de desentrañar las cualidades que hacen de este el mejor ejemplo de ecosuficiencia. Lugar, historia, sociedad, materialidad, tecnología, espacio, luz, color, textura, forma, simbología, espiritualidad…, son parámetros de estudio a partir de los cuales establecer paralelismos entre la arquitectura vernácula y la contemporaneidad, como fuente inagotable de experiencias . 2 El territorio. Se trata de dos depresiones rodeadas de montañas que en el Mioceno superior conformaron una cuenca de orientación NE-SO, inundada por el mar, donde se acumularon sedimentos marinos hace aproximadamente 8 Ma. Posteriormente la cuenca quedó aislada del mar y hace 7 Ma se rellenó con una sucesión continental de 500 m. de espesor que continúa hasta hace 100.000 años. La falla del Negratín hizo que se separaran en dos subcuencas la de Guadix al SO y la de Baza al NE, diferenciándose los sedimentos que se acumulan en cada una de ellas. En la de Guadix preferentemente sedimentos detríticos, conglomerados y arenas, mientras que en la de Baza predominan los sedimentos finos, arcillas, calizas y yesos (de precipitación química) formados en medios lacustres, que aportan coloraciones diferentes, rojizos en la depresión de Guadix y blanquecinos en la de Baza. Cabe destacar las formaciones lacustres (margas, calizas y evaporitas) acumuladas durante el Pleistoceno (2.000.000 y 100.000 años), que albergan yacimientos de interés paleontológico y arqueológico. El espectacular modelado de ambas cuencas se debe en un primer término al carácter endorréico de la misma, que hizo que los depósitos se realizasen en niveles horizontales, hasta que en el Pleistoceno superior, la depresión fue capturada por la red de drenaje del Guadalquivir, iniciándose la salida de sus aguas hacia el Atlántico, que unido a las características litológicas y a las condiciones climáticas reinantes en el lugar, favoreció el desarrollo de este especial sistema morfológico de extensas llanuras (glacis) que constituyen los altos topográficos y relieves de fuerte pendiente muy erosionados, formando los badlands (Negratín, Gorafe y Guadiana Menor) . El paisaje resultante es de una extraordinaria belleza, sometido a unas condiciones climáticas rigurosas, ofrece las condiciones topográficas y materiales para el desarrollo de la arquitectura excavada en la zona de badlands, junto a una arquitectura popular fruto de la herencia cultural griega, íbera, romana y sobre todo la musulmana. A ello ha de sumarse el modelado del paisaje como resultado de la labor antrópica de los usos de la tierra, que se manifiesta en el control de la masa vegetal de la cara norte de Sierra Nevada, las terrazas formadas por bancales y paratas, o el damero que dibujan las divisiones de las tierras de carácter minifundista. Los pueblos en la meseta del Marquesado del Zenete, contemplan el paisaje desde los cerros que se levantan frente a la sierra o desde el punto de contacto del llano con la ladera, mientras que en la zona de badlands buscan el abrigo de estos. 3 Formas de habitar, el norte de la provincia de Granada 3.1 Arquitectura excavada, las cuevas en la historia En el proceso selectivo de adaptación del ser humano al medio natural a lo largo de la historia, el hábitat troglodita representa el mayor ejemplo de armonía y sostenibilidad. La protección de las inclemencias del tiempo o la defensa, condujeron al hombre primitivo a apropiarse de las entrañas de la tierra y hacer de esta su morada. Vivir la experiencia del espacio excavado o la construcción del vacío, como primera expresión arquitectónica, para sentir el misterio de la profundidad, que tiene la luz como riqueza, tamaño, olor, luz, texturas..., que nos devuelven a la madre tierra. Construir es un acto humano, excavar es un acto animal. Razón por la cual, el término troglodita ha tenido tradicionalmente una acepción peyorativa, asociado a segmentos marginales de la sociedad. Sin embargo, en la actualidad, el desequilibrio que el uso abusivo de recursos provoca en la Tierra, devuelve a este espacio esencial la excelencia cualitativa que, en la construcción del vacío, se manifiesta como una nueva forma de pensar la arquitectura. El hábitat troglodita, por su especificidad, presenta dificultades para ser estudiado y comprendido desde los parámetros urbanísticos y la gestión política convencional. Los espacios de transición entre lo individual y lo colectivo, el interior y el exterior, la placeta, la solana o los engalabernos, son lugares que trascienden de las categorías urbanísticas tradicionales (casa-calle-plaza), para dibujar un espacio continuo donde arquitectura y paisaje se integran en un concepto unitario, que garantiza la sostenibilidad del sistema. Las cuevas, forman parte del paisaje natural y los cambios obligan, muchas veces, a protegerlas para evitar que acaben como ojos ciegos de espacios vacíos abiertos a la nada. “Arquitectura de la pobreza que en modo alguno puede justificar la pobreza de la arquitectura” . Las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar, en la provincia de Granada, cuentan con la nómina más alta de arquitectura excavada de la península ibérica. Las condiciones geomorfológicas y climáticas necesarias, se alían en este territorio en el que la arquitectura excavada forma parte esencial del paisaje. Paisajes antropizados desde tiempo inmemorial, que tienen en la Edad Media, bajo la dominación musulmana (entre los siglos X-XV), interesantísimos ejemplos de cuevas-refugio, graneros acantilados y atalayas que solo cuentan con una entrada de difícil acceso y son netamente defensivas. Su valor patrimonial como contenedores de memoria, empieza a reconocerse a partir de los estudios de Maryelle Bertrand, destacando los Covarrones, los Algarbes-Cávila y los Lares en Beas de Guadix. Los Covarrones y la Cueva de la Tía Micaela en Cortes y Graena, el cementerio troglodita de Belerda, o el barrio de Carabanchel en Marchal. El cementerio y la capilla mortuoria en Benamaurel, las Hafas también en Benamaurel… entre otros. Tras la conquista cristiana y sobre todo tras la deportación de los moriscos a tierras de Castilla, muchas de estas cuevas quedaron abandonadas y fueron ocupadas por cristianos viejos que las adaptaron a sus necesidades. En el siglo XIX y principios del siglo XX la arquitectura excavada se ofrece como una forma barata de dar respuesta a las necesidades de vivienda, razón por la cual el trogloditismo sufre un importante auge en la provincia de Granada, con una nómina de más de 14.000 viviendas catalogadas solo en las comarcas de Guadix-Baza-Huescar, pero inevitablemente asociado al concepto de infravivienda. Tras la guerra civil y sobre todo con la emigración del campo a la ciudad, una parte importante de estas quedó abandonada a su suerte, aumentando la situación de marginalidad en barrios enteros. Por fortuna, a finales del siglo XX se reinstalan en algunas de estas cuevas, familias venidas de fuera que encuentran en las entrañas de la tierra olor, intimidad, protección, experimentando la emoción de vivir soterrado en una especie de viaje involutivo, de camino de regreso a la madre tierra. Es el punto de inflexión a partir del cual el hábitat troglodita experimenta una importante valoración, convirtiéndose en un excelente recurso como alojamiento turístico y por tanto como motor de desarrollo local. 3.2 Arquitectura popular. La amplitud del vocabulario con que se expresa la arquitectura popular y la inexistencia de una sintaxis gramatical generalizable al extenso ámbito en que se desarrolla (no solo en el medio rural), propicia denominaciones que hacen referencia a lo vernáculo, rural, folclórico, típico, regionalista, preindustrial, costumbrista, tradicional... Estos calificativos, si bien contribuyen a aquilatar la definición del término, también imposibilitan su valoración cualitativa, relegándola a un segundo plano, respecto al resto de la edilicia considerada culta, por utilizar como lenguaje el vocabulario clásico o expresarse conforme a los modelos de vanguardia. El debate que sobre este tema se ha suscitado, se viene centrando en la distinción entre la señalada como “verdadera arquitectura”, la que se exterioriza conforme a un código estilístico y cuya solidez y solvencia constructiva la hacen perdurar y “el resto de construcciones”. Estas otras, mucho más frágiles y pobres, cuya desnudez decorativa, autenticidad y capacidad de regeneración, sin embargo ayudaron a convertirla en uno de los paradigmas del Movimiento Moderno. García Mercadal en su intento de elevar su consideración estética ha creído reconocer en la arquitectura popular los cinco términos que los griegos (...)