Factores del entorno habitacional de los edificios que afectan a la salud y bienestar de los usuarios
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Date
2020-05Subject/s
Abstract
Las personas pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados. Esto implica que el entorno y las condiciones de los espacios en los que más horas pasamos a lo largo del día, tengan un alto impacto en nuestra salud y bienestar. Es por ello que el proceso de diseño arquitectónico y constructivo tiene un papel protagonista a la hora de dar una respuesta a este problema, permitiendo integrar medidas enfocadas a reducir los impactos que el entorno construido tiene sobre la salud y el bienestar de las personas. Hay dos condicionantes que tienen un especial impacto en nuestra salud y bienestar: la calidad del aire interior y la calidad de la iluminación. Una persona respira, de media, 15.000 litros de aire al día, la mayor parte de ellos en espacios cerrados; la calidad del aire interior se puede ver degradada por fuentes externas, derivadas del entorno del edificio, como la polución, el polen, o el gas radón, entre otros, o por fuentes internas, tales como el aire viciado, los componentes orgánicos volátiles o la Legionelosis, entre otras. La reacción de nuestro cuerpo a los distintos componentes que pueda contener el aire varía en función de la persona y el nivel de exposición, pero esta se puede manifestar en problemas respiratorios, conjuntivitis, alergia, dolor de cabeza, fatiga, etc. El tipo de medidas que se pueden plantear para minimizar estos efectos tienen que ver con la purificación del aire o la utilización de materiales con baja toxicidad. En el marco de la verificación de proyectos que optan a obtener la certificación WELL, una certificación para edificios que mide el impacto del edificio sobre la salud y el bienestar del ocupante, se han realizado una serie de test de calidad del aire interior en edificios de oficinas para analizar la presencia de diferentes contaminantes. En conclusión, el entorno construido afecta a la salud y el bienestar de las personas de muchas maneras. Nuestro objetivo es poner en el foco esta situación, y proponer medidas que se pueden integrar en la fase de diseño para que la arquitectura impacte positivamente en la salud de las personas. Existen numerosas iniciativas y casos de éxito en los que ya se han implantado medidas de este tipo, por lo que el compromiso colectivo para mejorar el bienestar de los usuarios de los edificios ha de ser una tendencia que cada vez esté más presente en nuestro día a día.
Las personas pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados. Esto implica que el entorno y las condiciones de los espacios en los que más horas pasamos a lo largo del día, tengan un alto impacto en nuestra salud y bienestar. Es por ello que el proceso de diseño arquitectónico y constructivo tiene un papel protagonista a la hora de dar una respuesta a este problema, permitiendo integrar medidas enfocadas a reducir los impactos que el entorno construido tiene sobre la salud y el bienestar de las personas. Hay dos condicionantes que tienen un especial impacto en nuestra salud y bienestar: la calidad del aire interior y la calidad de la iluminación. Una persona respira, de media, 15.000 litros de aire al día, la mayor parte de ellos en espacios cerrados; la calidad del aire interior se puede ver degradada por fuentes externas, derivadas del entorno del edificio, como la polución, el polen, o el gas radón, entre otros, o por fuentes internas, tales como el aire viciado, los componentes orgánicos volátiles o la Legionelosis, entre otras. La reacción de nuestro cuerpo a los distintos componentes que pueda contener el aire varía en función de la persona y el nivel de exposición, pero esta se puede manifestar en problemas respiratorios, conjuntivitis, alergia, dolor de cabeza, fatiga, etc. El tipo de medidas que se pueden plantear para minimizar estos efectos tienen que ver con la purificación del aire o la utilización de materiales con baja toxicidad. En el marco de la verificación de proyectos que optan a obtener la certificación WELL, una certificación para edificios que mide el impacto del edificio sobre la salud y el bienestar del ocupante, se han realizado una serie de test de calidad del aire interior en edificios de oficinas para analizar la presencia de diferentes contaminantes. En conclusión, el entorno construido afecta a la salud y el bienestar de las personas de muchas maneras. Nuestro objetivo es poner en el foco esta situación, y proponer medidas que se pueden integrar en la fase de diseño para que la arquitectura impacte positivamente en la salud de las personas. Existen numerosas iniciativas y casos de éxito en los que ya se han implantado medidas de este tipo, por lo que el compromiso colectivo para mejorar el bienestar de los usuarios de los edificios ha de ser una tendencia que cada vez esté más presente en nuestro día a día.