Recepción y entrega de la obra
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Date
2003Subject/s
Unesco Subject/s
Abstract
La recepción y entrega de una obra no es, precisamente, un trámite más; ni es tampoco el momento en el que la atención del director de ejecución pueda relajarse especialmente. Todo lo contrario, este proceso resulta especialmente delicado porque de él dependen todavía muchas cosas: infinidad de remates de obra, la puesta a punto del edificio (sobre todo las instalaciones), o las primeras fases de la posventa. En definitiva, muchas circunstancias que, a la postre, decidirán el grado de calidad de los servicios prestados por un director de ejecución. De ahí que el director de ejecución deba encarar este proceso con perspectiva de futuro y una clara visión estratégica. Es un hecho que la mayor parte de las veces las obras terminan sólo aparentemente tras un esfuerzo final que trata de crear esa ilusión. Generalmente, esa situación tiene mucho que ver con algo que podría calificarse de actitud decreciente ante la calidad en las fases finales de la obra. Efectivamente, en esas fases, para el constructor y el subcontratista, casi todos los costes y los ingresos ya están decididos, de modo tal que ningún otro esfuerzo marginal hace variar, por sí mismo, esos parámetros. Así, cualquier incremento adicional -económico o de esfuerzo personal- que se requiere para perfeccionar o terminar una tarea, necesitarla de un plus que no es gratuito, y como quiera que es plus no genera cambio alguno en los costes y los ingresos, la tendencia es a dejar que las cosas queden tal como están y parecen.
La recepción y entrega de una obra no es, precisamente, un trámite más; ni es tampoco el momento en el que la atención del director de ejecución pueda relajarse especialmente. Todo lo contrario, este proceso resulta especialmente delicado porque de él dependen todavía muchas cosas: infinidad de remates de obra, la puesta a punto del edificio (sobre todo las instalaciones), o las primeras fases de la posventa. En definitiva, muchas circunstancias que, a la postre, decidirán el grado de calidad de los servicios prestados por un director de ejecución. De ahí que el director de ejecución deba encarar este proceso con perspectiva de futuro y una clara visión estratégica. Es un hecho que la mayor parte de las veces las obras terminan sólo aparentemente tras un esfuerzo final que trata de crear esa ilusión. Generalmente, esa situación tiene mucho que ver con algo que podría calificarse de actitud decreciente ante la calidad en las fases finales de la obra. Efectivamente, en esas fases, para el constructor y el subcontratista, casi todos los costes y los ingresos ya están decididos, de modo tal que ningún otro esfuerzo marginal hace variar, por sí mismo, esos parámetros. Así, cualquier incremento adicional -económico o de esfuerzo personal- que se requiere para perfeccionar o terminar una tarea, necesitarla de un plus que no es gratuito, y como quiera que es plus no genera cambio alguno en los costes y los ingresos, la tendencia es a dejar que las cosas queden tal como están y parecen.