Criterios generales para la elaboración de las mediciones del presupuesto
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Date
2003Subject/s
Unesco Subject/s
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Vimos en el apartado anterior los requisitos que deberían reunir las tradicionales definiciones de las unidades de obra, Estas unidades son los conceptos de todo presupuesto que deben valorarse a sus precios, Pero dado que los presupuestos pueden obtenerse a partir de las cantidades obtenidas para esos conceptos, toca ahora espigar el contenido y la forma que debe tener el documento de las mediciones. Antes de empezar quizá convenga poner de relieve dos hechos frecuentes sobre el asunto que va a ocupar este apartado. Uno es el siguiente: a menudo, en los gabinetes de los proyectistas, las carencias o errores en las mediciones de los proyectos se ha toman con misma trivialidad o relatividad con la que del lado de la constructora se toman los errores que se comenten en la obra: "ya se sabe, esto es una obra " se nos dice ante los ominosos fallos en el tajo; pero si el error proviene del proyecto o de sus mediciones, lo tolerable en la ejecución de la obra se dice inadmisible en las mediciones. En los gabinetes, por su parte, la tarea de medir está considerada en la práctica como el vagón de cola del proyecto: a ella le tocan todos los bandazos mientras va renqueando. Y otro no menos inopinado es el que tiene que ver con la fidelidad o exactitud que es posible en un estado de mediciones y su hipotética posibilidad; pues no es infrecuente que, con pasmosa estolidez, ante determinado resultado de unas determinadas mediciones, alguien, más resabiado que otra cosa, espete por doquier la conocida sentencia de: "esta medición está mal hecha". Cuando alguien afirma algo así, ocurre que muchas veces se parte de la convicción de que la suya, patrón de lo correcto donde lo haya, es la buena; pero sobre todo se cae en el idealismo más tenaz: ese idealismo que zanja toda cuestión con la creencia de que existe una verdad última, pero que ignora que existe una ciencia que se ocupa del error y de la incertidumbre: la metrología.
Vimos en el apartado anterior los requisitos que deberían reunir las tradicionales definiciones de las unidades de obra, Estas unidades son los conceptos de todo presupuesto que deben valorarse a sus precios, Pero dado que los presupuestos pueden obtenerse a partir de las cantidades obtenidas para esos conceptos, toca ahora espigar el contenido y la forma que debe tener el documento de las mediciones. Antes de empezar quizá convenga poner de relieve dos hechos frecuentes sobre el asunto que va a ocupar este apartado. Uno es el siguiente: a menudo, en los gabinetes de los proyectistas, las carencias o errores en las mediciones de los proyectos se ha toman con misma trivialidad o relatividad con la que del lado de la constructora se toman los errores que se comenten en la obra: "ya se sabe, esto es una obra " se nos dice ante los ominosos fallos en el tajo; pero si el error proviene del proyecto o de sus mediciones, lo tolerable en la ejecución de la obra se dice inadmisible en las mediciones. En los gabinetes, por su parte, la tarea de medir está considerada en la práctica como el vagón de cola del proyecto: a ella le tocan todos los bandazos mientras va renqueando. Y otro no menos inopinado es el que tiene que ver con la fidelidad o exactitud que es posible en un estado de mediciones y su hipotética posibilidad; pues no es infrecuente que, con pasmosa estolidez, ante determinado resultado de unas determinadas mediciones, alguien, más resabiado que otra cosa, espete por doquier la conocida sentencia de: "esta medición está mal hecha". Cuando alguien afirma algo así, ocurre que muchas veces se parte de la convicción de que la suya, patrón de lo correcto donde lo haya, es la buena; pero sobre todo se cae en el idealismo más tenaz: ese idealismo que zanja toda cuestión con la creencia de que existe una verdad última, pero que ignora que existe una ciencia que se ocupa del error y de la incertidumbre: la metrología.